Mas sabe el diablo...

La Era del Hombre

Nunca pudo pensar que seria tan sencillo desprenderse de todo rasgo de su antigua humanidad. El dia en que decidio arrancarse el alma que maltrecha parasitaba en su interior alimentandose de su furia, la Tierra misma se extremecio. ¿ Que lo pararia ahora ?. La respuesta era obvia. Nada. Declaro la guerra a angeles y demonios, que corrian a esconderse bajo el manto de sus señores intentando encontrar refugio que les protegiera del sufrimiento que se avecinaba. La preocupacion se apodero del cielo y del infierno, y por primera vez en mucho tiempo, dios y el diablo hablaron. Y pactaron una tregua y una alianza para destruir a aquel ser que acababa de nacer y adquiria poder a cada minuto que pasaba. Y seguidos de su legiones partieron en su busca. Y le encontraron repartiendo lagrimas entre la humanidad por el mero hecho de su presencia.

- Basta ! Detente o te enfrentaras a nuestra ira.
- ¿ Y quien me lo dice ? ¿ Tu... señor de la bondad... del reproche, del miedo, de la venganza... ? ¿ O tu... señor del engaño... del mal, del sufrimiento... ? No, no me detendre. No lo hare porque yo hablo en nombre de la libertad, de la verdad, de la vida y de la muerte... Asnos estupidos... yo soy el Hombre.

Y cogiendo el alma que como un cazador, habia colgado de su cinturon, la arrojo a sus pies.

- Tomad, pelearos por ella como perros furiosos. A mi ya no me sirve. Esto es lo que me ataba a vosotros. Ya no teneis ningun poder sobre mi.

Y siguio su camino mientras ellos le veian desaparecer. Mudos. Inmoviles.

A medida que se alejaba, los llantos de la gente se iban transformando en risas, y el alma que habia dejado a sus pies, pronto recibio otra que le hacia compañia... y otra, y otra mas... hasta que se amontonaron en tal numero que tuvieron que retroceder. Los señores eternos se miraron el uno al otro y comprendiendo que su final era inevitable, en un ultimo acto de humildad, muestra de su aceptada derrota, arrancaron cuernos y alas a sus seguidores para que pudieran seguir a los nuevos maestros si ese era su deseo. Como el niño que empieza a andar y se cae y se levanta entre sollozos, la humanidad se estaba soltando las cuerdas que la sujetaban. Habia llegado la era del Hombre

Ser felices como querais